Hace un par de semanas, desde la patronal de exportadores y productores sudafricanos (Citrus Growers Association, CGA) se advertía, en declaraciones a varios medios de comunicación, que el proceso abierto por sus autoridades en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra la Comisión Europea (CE) “no es conflictivo ni agresivo”. Se referían así a las dos llamadas a consultas al eje-utivo comunitario y a la convocatoria del Órgano de Solución de Diferencias de la OMC para cuestionar la normativa al respecto del tratamiento de frío para las naranjas procedentes de países con ‘Falsa polilla’ (Thaumatotibia leucotreta, aprobada en 2022) y la más reciente -presentada en abril de 2024- contra la regulación comunitaria para evitar la llegada de la ‘Mancha negra’ (Phyllosticta citricarpa, cuyas última medidas, no solo para Sudáfrica, fueron aprobadas en abril pero de 2022, dos años antes). Pues bien, pese a que no se conocen antecedentes para tal cantidad de acciones -porque a las dos citadas habría que sumar una tercera llamada a consultas solicitada en 2014- Pretoria acaba de dar dos pasos más en esta escalada: ha pedido la convocatoria de grupos especiales para estudiar ambos casos, algo inédito en este caso. “Apoyamos la posición firme que en todo momento ha mantenido Bruselas a este respecto, que ha optado por lamentar esta actitud beligerante y por bloquear esas dos peticiones. Los exportadores de cítricos del CGC nos alineamos con la postura mantenida por la Comisión porque también nos situamos del lado de la Cien-cia, del análisis de riesgos que en su momento realizó la EFSA (la Autoridad Europea de Seguridad Alimen-taria), el Join Researh Center (JRC, Centro Común de Investigación, el servicio de ciencia y conocimiento de la propia CE) e incluso la EPPO (European and Mediterranean Plant Protection Organization), que avalaron las regulaciones que Sudáfrica pone en duda”, advierte a este respecto su presidenta, Inmaculada Sanfeliu.
El goberno de Cyril Ramaphosa insiste en cuestionar, sin más argumentos que los propios o los presentados por el Citrus Research International (CRI) -un centro de investigación que está financiado por los mismos exportadores sudafricanos-, todo el cuerpo legislativo que la UE viene aplicando para evitar la contaminación de la citricultura europea por los dos patógenos aludidos: un hongo, considerado por la comunidad científica internacional como el más dañino para los cítricos (la ‘Mancha negra’) y una plaga (la ‘Falsa polilla’) que, como la anterior, también está contemplada como “prioritaria”, ambas en el top 20 de las más dañinas por su mayor impacto social, medioambiental y económico. Para llegar a tal conclusión, tanto la EFSA como el JRC avanzaron durante años en sus investigaciones científicas, se tuvo en consi-deración incluso los argumentos del propio CRI y finalmente se aprobó la referida regulación marco (Reglamento (UE) 2016/2031 del Parlamento y el Reglamento Delegado 2019/2072 de la Comisión). De esta normativa derivaron las regulaciones, con las medidas específicas, que ahora Sudáfrica cuestiona.
Los problemas sudafricanos con el control de la ‘Mancha negra’, no son algo coyuntural. En las últimas tres campañas, la media anual consolidada al final de la temporada de importaciones del hemisferio sur, ya se sitúa por encima de 40 rechazos por tal motivo y en 2023, sus envíos a la UE batieron todos los récords, hasta llegar a 51 interceptaciones. Una cantidad que supera con creces los peores registros medios acumulados por este país entre 2012 y 2014. La amenaza para la citricultura europea es evidente: al contrario de lo que sostuvo durante largo tiempo el CRI -que llegó a impulsar en 2017 un estudio fraudulento que obligó a la EFSA a convocar un panel de expertos para refutarlo- este hongo, no sólo se ha adaptado al clima mediterráneo sino que se encuentra fuera de control en Túnez. Sólo por dar un dato: en la respuesta de la CE por carta a Sudáfrica tras la llamada a consultas, se advirtió que la fruta sí podría ser una vía de transmisión y se estimó que el impacto económico derivado de su afección en la citricultura comunitaria podría llegar -según las estimaciones de la EFSA– a superar los 1.185 millones de euros. De igual manera, la ‘Falsa polilla’ también está presente en los cítricos de otro país bañado por el mismo mar, Israel. La respuesta de Sudáfrica -en el caso del citado hongo- ha consistido no sólo en tildar de “proteccionistas” tales medidas sino que han llegado a criticar los métodos de los laboratorios oficiales comunitarios -sometidos a duras auditorías cada año- para tratar de desmentir tantos positivos.
En cuanto al tratamiento de frío contra la ‘Falsa polilla’, el CGC recuerda que es un requerimiento técnicamente mucho menos exigente que el aplicado, contra esta misma plaga, por EEUU, China, Corea del Sur, India… que las autoridades sudafricanas no han cuestionado en ningún momento y menos aún llevado a la OMC. Es más, se advierte que -pese a que la EFSA confirmó que pueden ser igualmente hospedantes de este patógeno las mandarinas o los pomelos- la CE sólo lo exigió para las naranjas procedentes de países con esta plaga, como Sudáfrica. Resulta incluso curioso que sus autoridades lo critiquen ahora cuando el régimen de temperaturas propuesto se basa en un estudio de la propia CRI sudafricana, cuyos resultados fueron puestos en duda por la EFSA. Y ni siquiera así se tiene la certeza de que los operadores comunitarios hayan cumplido todo este tiempo con tal tratamiento ‘más light’ regulado porque el CGC tiene constancia de que el proceso se ha aplicado en demasiadas ocasiones de manera irregular (aplicando la temperatura, no a la pulpa de la fruta, como se exige, sino al set point del contenedor, a la temperatura ‘ambiente’). En cuanto a la ‘Mancha negra’, el CGC advierte igualmente que los controles reclamados por la CE -basados en una mayor supervisión y en la aplicación de tratamientos fungicidas más eficaces, que son también más caros- merezcan ahora su reprobación cuando se trata de requerimientos más laxos que los de EEUU, que sólo permite exportar a su mercado desde zonas declaradas como libres de esta enfermedad. Fuente – cgc
La ‘Falsa polilla’ crece y se alimenta desde el interior del fruto, de ahí su dificultad para ser detectada en los controles portuarios. La ‘Mancha negra’, igualmente, puede transmitirse en frutas asintomáticas, lo que también complica su detección. Foto – CGC